Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Efesios 2:8-9
LA SANGRE DE CRISTO LAVA Y LIMPIA DE TODO PECADO
LA SANGRE DE CRISTO QUE LIMPIA DE TODA MALDAD
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
Gálatas 2:16
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Col 1:13-14
¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida.
Efesios 2:8-9
LA SANGRE DE CRISTO LAVA Y LIMPIA DE TODO PECADO
LA SANGRE DE CRISTO QUE LIMPIA DE TODA MALDAD
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
Gálatas 2:16
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Col 1:13-14
¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida.
¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Por que la sangre de Cristo lava y limpia de TODO pecado.
Cristo, por el contrario como Sumo Sacerdote de los bienes definitivo en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanos (es decir, que no es de esta creación) entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabrios y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno. ¡Cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu Eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte,
Cristo, por el contrario como Sumo Sacerdote de los bienes definitivo en el tabernáculo más excelente y perfecto, no hecho por manos humanos (es decir, que no es de esta creación) entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No lo hizo con sangre de machos cabrios y becerros, sino con su propia sangre, logrando así un rescate eterno. ¡Cuánto más la sangre de Cristo, quien por medio del Espíritu Eterno se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte,
a fin de que sirvamos al Dios viviente!
Hebreos 9: 11, 12 y 14
El maestro estaba clavado en la cruz, el buen pastor miraba en silencio a los bandidos que estaban crucificados con Él, varios de ellos lo insultaban y esas injurias se unían a los gritos de los soldados que blasfemaban
Hebreos 9: 11, 12 y 14
El maestro estaba clavado en la cruz, el buen pastor miraba en silencio a los bandidos que estaban crucificados con Él, varios de ellos lo insultaban y esas injurias se unían a los gritos de los soldados que blasfemaban
¡Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz! Las voces irritantes estaban llenas de sarcasmos y burlas, sin embargo,
lo llamaban Rey de los Judíos, Rey de Israel, Hijo de Dios.
El Señor no aceptó aquella esponja empapada en vinagre, ¡pero si un poco de esa bebida lo habría anestesiado para no seguir sufriendo!, pero El prefirió estar totalmente consciente del sacrificio hecho por amor.
Los enemigos del Dios Padre estaban de fiesta, creían haber derrotado al Hijo de Dios, Jesús lanzó un grito con gran fuerza y dolor, entregó su espíritu y el Hades creyó ser el vendedor.
En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron.
Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron Verdaderamente éste era el Hijo de Dios!
Cristo se ofreció en sacrificio, el Hijo de Dios realizó una vez y para siempre el papel de sacerdote y de oveja, lo hizo como un acto voluntario y por eso el velo del templo se rasgó. El no entró como lo hacía el Sumo Sacerdote levítico quien año tras año entraba en el Lugar Santísimo con la sangre de un toro por su propio pecado y con la sangre de un macho cabrío por el pecado del pueblo. El sacrificio del Señor fue perfecto y eficaz porque se ofreció a si mismo y no tuvo que repetirse, y lo hizo una vez y para siempre, limpió en su muerte nuestros pecados y lo hizo por amor.
Y lo hizo para que hoy en gratitud te postres en temor reverente porque Él:
"Entró en el lugar santísimo por el camino nuevo y vivo que
El Señor no aceptó aquella esponja empapada en vinagre, ¡pero si un poco de esa bebida lo habría anestesiado para no seguir sufriendo!, pero El prefirió estar totalmente consciente del sacrificio hecho por amor.
Los enemigos del Dios Padre estaban de fiesta, creían haber derrotado al Hijo de Dios, Jesús lanzó un grito con gran fuerza y dolor, entregó su espíritu y el Hades creyó ser el vendedor.
En ese momento la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas. Se abrieron los sepulcros, y muchos santos que habían muerto resucitaron.
Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron Verdaderamente éste era el Hijo de Dios!
Cristo se ofreció en sacrificio, el Hijo de Dios realizó una vez y para siempre el papel de sacerdote y de oveja, lo hizo como un acto voluntario y por eso el velo del templo se rasgó. El no entró como lo hacía el Sumo Sacerdote levítico quien año tras año entraba en el Lugar Santísimo con la sangre de un toro por su propio pecado y con la sangre de un macho cabrío por el pecado del pueblo. El sacrificio del Señor fue perfecto y eficaz porque se ofreció a si mismo y no tuvo que repetirse, y lo hizo una vez y para siempre, limpió en su muerte nuestros pecados y lo hizo por amor.
Y lo hizo para que hoy en gratitud te postres en temor reverente porque Él:
"Entró en el lugar santísimo por el camino nuevo y vivo que
Él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo"
Hebreos 10:20
Hoy celebramos el día que nuestro Salvador entregó su vida por nosotros, mientras María y sus apóstoles lloraban, la muerte del Maestro, en ese mismo instante,
el velo se partió y él expió los pecados de toda la humanidad.
Ahora podemos acercarnos a Dios con corazón sincero y con plena seguridad de fe, interiormente purificados de una conciencia culpable por la obra que el Salvador hizo por ti y por mí.
Gracias Señor, ya no hace falta más sacrificios por mis pecados, tú me has prometido:
"Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades"
Ahora podemos acercarnos a Dios con corazón sincero y con plena seguridad de fe, interiormente purificados de una conciencia culpable por la obra que el Salvador hizo por ti y por mí.
Gracias Señor, ya no hace falta más sacrificios por mis pecados, tú me has prometido:
"Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades"
Hebreos 10:17
